domingo, 17 de abril de 2011

VIVIR SOBREVIVIVIENDO!




Por: Angelinne Pahola Silvera Orozco


Que tan difícil puede ser un poco de silencio, de tranquilidad, de calma. Pues en este espacio, casi imposible.

Personas y más personas, son como manadas de animales, no solo por los números grupos que pasan sin pensar en el efecto que producen sus voces en mis oídos, sino también por el hambre de critica que llevan encima, el hambre del otro, la mayoría son como animales carnívoros que van tras su presa, silenciosa pero muy certeramente.

Mientras me dedico a resguardar mi vida, bajo una aparente capa de indiferencia e inclusive de silencios momentáneos, me doy cuenta cuán difícil puede ser sobrevivir aquí, puede volverse prácticamente un problema el solo hecho de intentar ser diferente.

Desde esta óptica, puedo ver a esa muchacha, de cabellos alborotados, chaqueta rara, mangas largas y el cuello alto, que en este medio día, desencajaba un poco.

Ella, a diferencia de muchas, que la señalan de ser extravagante y loca, se percibe libre, en realidad, camina sin pensar cuanto status le dará su movimiento, sin pensar si quiera en lo que está a su alrededor.

Siento en estos momentos querer establecer algún tipo de conversación con ella, preguntarle si no le cuesta tener raíces en este mundo que se dedica a arrancarlas y plantar las que le conviene, pero me responde sin saberlo al sentarse prácticamente a mi lado, justo en ese mismo lugar, marcábamos territorio en busca del único espacio con sombra, sin ninguna vencedora, pues mi impulso de hablar y cuestionarla acerca de este mundo y el que ella vivía, fue ‎interrumpido por una voz algo caricaturesca que decía: Minutos, todos los operadores, a la orden.

Pero esa interrupción sirvió de mucho, una sonrisa leve, de esas que hablan solas, nos unió como si tuviéramos algún tipo de conexión. Fue rápida y fugaz, se levantó y se amarro el cabello y comenzó a caminar, de repente, yo que había dejado ir con su peculiar caminar mi análisis, fui sorprendida cuando caminaba hacia a mi…

- No recuerdo donde, pero sé que te conozco, de igual forma, mi nombre es Naith. ¡Buen día!

Después de ese juego de palabras, yo quede con la sensación de saber de qué me hablaba, su nombre no era desconocido para mí, ella lo sabía y curiosamente yo también.

Me remití a las etapas de mi vida, tenía que encontrar de donde había escuchado ese nombre, tenía que encontrar la respuesta al porque su cara, me hacia latir tanto el corazón, rebusque en los archivos de mi memoria, de mis recuerdos y encontraba pequeños fragmentos que me llevaban a mi infancia, a esos momentos cuando aun mi mama se encargaba de vestirme, a eso momentos en que muchos niños eran felices solo siendo niños, yo, crecía.

Luego de algún tiempo absurdo de búsqueda, encontré algo importante en mi cabeza, era una voz, masculina, fuerte que hablaba con tal autoridad que percibía miedo en aquel recuerdo.

-Yo tengo que responder, igual nadie se enterara, es un ser que también merece las atenciones que ha tenido nuestra hija, no fue un error.

-Cómo puedes decir eso, claro que fue un error, acabaste nuestro hogar con tu decisión, sin embargo te doy la opción, cumple con ella, pero no quiero que esa, lleve tu apellido…

Aún siguen las secuencias de este tipo de conversaciones, siguen como especies de videos en mi atareada mente, el corazón me latía más fuerte, no podía dejar de sentir en mi cabeza el sonido acelerado de mi respiración, de repente una imagen mental se apodero de ese instante.

Alta, con gestos muy parecidos a los míos, con una sonrisa demasiado expresiva, mi papa la abrazaba, fuerte, tan fuerte que desde lejos podía sentir como sus huesos se estremecían, su cara de felicidad lo decía todo.

Cuando por fin la soltó, ella lo miro con tanto amor que mis sentimientos se confundieron, sentí que lo amaba más que yo, que no podía existir otra mirada que él lo llenara más que esa, corrí en busca de sus brazos, sentía tantos celos, que necesitaba sentirme dueña de lo mío, cuando desesperada abrí mis pequeños brazos en ese entonces, y le dije es mi papá, mío y ella con la misma sonrisa que me había dado hacia poco tiempo, me dijo:

-También es el papá de Naith.

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