domingo, 17 de abril de 2011

Cosas que pasan ...


Por: Angelinne Silvera Orozco

Tuve una muy buena amiga cuando entre al bachillerato, (me reservo el nombre, por lo dicho después) pero supongamos que se llamaba Perencejita Josefa. Qué puedo decir de Perencejita Josefa, pues era una de esas amigas que en medio de sus locuras, chistes flojos y comentarios hasta bruscos, te hacia feliz, estaba pendiente de mi y de lo que me pasaba, esa era Perencejita Josefa (RISAS) que nombre tan poco creible, pero se que si esto llega a sus manos sabrá que hablo de ella , porque como yo no me quedo con nada, después de lo que paso, ¡se lo dije!

Yo a Perencejita Josefa, le prometí amistad eterna y aunque después me pareciera increíble, ella también, un día cualquiera, hablando y hablando, en medio de esas cacharas que uno pues normalmente tiene con las amigas, le dije que estaba muy feliz pues nunca había tenido una amiga que se preocupara tanto por mí y que fuera tan especial, que ella para mí era mi única y gran Amiga.

¡Oh! Sorpresa cuando en medio de esa lluvia de sentimientos, ella abrió su boca (para desencadenar una tormenta) y me dijo con la tranquilidad y el cinismo que después de un tiempo, perdone: que bueno que sientas eso, pero no exageres, pues ¡tú no significas tanto para mí! (LAGRIMAS).

Creo que, no habría mas nada que decir (es insoportable, que aún lo recuerde y cause esto en mí)

Pero bueno… aprendí la lección, meses después, ella se iba del colegio donde estudiábamos al igual que yo y la despedida fue… simplemente…. SIN PALABRAS.

Después de tantos años, la encontré nuevamente, estudia en la misma universidad, en donde yo estudio y nos saludamos como cualquier persona más,

Pero muy en el fondo sé que quedaron muchas cosas por decir...

Historias...


“Mientras crecí, sentí que mi mentalidad

iba más allá de mis años, me sentía

diferente al resto de las niñas de mi

edad”



Por: Angelinne Silvera Orozco.



Hoy por hoy simplemente puedo hablarte de lo linda que es la infancia, esa época en donde no hay

más responsabilidad que divertirse y ser feliz, para hacer travesuras y romper records con ellas.

Yo tengo una de la cual, ahora, me avergüenzo.

Cuando estaba en el colegio, quizás como en tercero de primaria, según mis recuerdos, mi mentalidad de empresaria, siempre activa y disponible en los momentos más “oportunos”, tuvo una magnífica idea: teníamos clase de español (la cual no es por nada, pero me encantaba seguida de educación física(risas) y mientras la profesora se quedó en el curso, apagando los focos y cerrando todo, yo organice (como toda una niña juiciosa) a mis “compañeritos”

en el frente de la biblioteca y les dije con mi espíritu “paisa” no sé de dónde : “hagan una fila y alisten mil pesos, eso cuesta la entrada acá, aprovechen que esta barato”. El negocio

fue todo un éxito (de verdad que si (risas) hasta que llegola profesora (no se imaginan mi cara… todavía la recuerdo) y por supuesto, no solo, ignoro mi espíritu emprendedor y caritativo (porque obvio yo iba a compartir ese dinero) sino que también, llamo a mis papas para que se dieran cuenta de lo que supuestamente estaban “formando” Si reconozco, uno de niño es terrible y más grande

jumm, sin comentarios, pero quien no daría todo por volver a vivir esos años felices, que marcaron mi historia.





VIVIR SOBREVIVIVIENDO!




Por: Angelinne Pahola Silvera Orozco


Que tan difícil puede ser un poco de silencio, de tranquilidad, de calma. Pues en este espacio, casi imposible.

Personas y más personas, son como manadas de animales, no solo por los números grupos que pasan sin pensar en el efecto que producen sus voces en mis oídos, sino también por el hambre de critica que llevan encima, el hambre del otro, la mayoría son como animales carnívoros que van tras su presa, silenciosa pero muy certeramente.

Mientras me dedico a resguardar mi vida, bajo una aparente capa de indiferencia e inclusive de silencios momentáneos, me doy cuenta cuán difícil puede ser sobrevivir aquí, puede volverse prácticamente un problema el solo hecho de intentar ser diferente.

Desde esta óptica, puedo ver a esa muchacha, de cabellos alborotados, chaqueta rara, mangas largas y el cuello alto, que en este medio día, desencajaba un poco.

Ella, a diferencia de muchas, que la señalan de ser extravagante y loca, se percibe libre, en realidad, camina sin pensar cuanto status le dará su movimiento, sin pensar si quiera en lo que está a su alrededor.

Siento en estos momentos querer establecer algún tipo de conversación con ella, preguntarle si no le cuesta tener raíces en este mundo que se dedica a arrancarlas y plantar las que le conviene, pero me responde sin saberlo al sentarse prácticamente a mi lado, justo en ese mismo lugar, marcábamos territorio en busca del único espacio con sombra, sin ninguna vencedora, pues mi impulso de hablar y cuestionarla acerca de este mundo y el que ella vivía, fue ‎interrumpido por una voz algo caricaturesca que decía: Minutos, todos los operadores, a la orden.

Pero esa interrupción sirvió de mucho, una sonrisa leve, de esas que hablan solas, nos unió como si tuviéramos algún tipo de conexión. Fue rápida y fugaz, se levantó y se amarro el cabello y comenzó a caminar, de repente, yo que había dejado ir con su peculiar caminar mi análisis, fui sorprendida cuando caminaba hacia a mi…

- No recuerdo donde, pero sé que te conozco, de igual forma, mi nombre es Naith. ¡Buen día!

Después de ese juego de palabras, yo quede con la sensación de saber de qué me hablaba, su nombre no era desconocido para mí, ella lo sabía y curiosamente yo también.

Me remití a las etapas de mi vida, tenía que encontrar de donde había escuchado ese nombre, tenía que encontrar la respuesta al porque su cara, me hacia latir tanto el corazón, rebusque en los archivos de mi memoria, de mis recuerdos y encontraba pequeños fragmentos que me llevaban a mi infancia, a esos momentos cuando aun mi mama se encargaba de vestirme, a eso momentos en que muchos niños eran felices solo siendo niños, yo, crecía.

Luego de algún tiempo absurdo de búsqueda, encontré algo importante en mi cabeza, era una voz, masculina, fuerte que hablaba con tal autoridad que percibía miedo en aquel recuerdo.

-Yo tengo que responder, igual nadie se enterara, es un ser que también merece las atenciones que ha tenido nuestra hija, no fue un error.

-Cómo puedes decir eso, claro que fue un error, acabaste nuestro hogar con tu decisión, sin embargo te doy la opción, cumple con ella, pero no quiero que esa, lleve tu apellido…

Aún siguen las secuencias de este tipo de conversaciones, siguen como especies de videos en mi atareada mente, el corazón me latía más fuerte, no podía dejar de sentir en mi cabeza el sonido acelerado de mi respiración, de repente una imagen mental se apodero de ese instante.

Alta, con gestos muy parecidos a los míos, con una sonrisa demasiado expresiva, mi papa la abrazaba, fuerte, tan fuerte que desde lejos podía sentir como sus huesos se estremecían, su cara de felicidad lo decía todo.

Cuando por fin la soltó, ella lo miro con tanto amor que mis sentimientos se confundieron, sentí que lo amaba más que yo, que no podía existir otra mirada que él lo llenara más que esa, corrí en busca de sus brazos, sentía tantos celos, que necesitaba sentirme dueña de lo mío, cuando desesperada abrí mis pequeños brazos en ese entonces, y le dije es mi papá, mío y ella con la misma sonrisa que me había dado hacia poco tiempo, me dijo:

-También es el papá de Naith.